viernes, 5 de abril de 2013

Mil gritos tiene la noche. Gore a la vieja usanza.

Juan Piquer Simon es uno de esos directores que no se casan con nadie, que hacen lo que se les antoja, y que el fin de su trabajo es el de divertir. Este film es uno de los más conocidos del cineasta dentro y fuera de nuestras fronteras, por su frescura y crueldad gratuita.


El detonante no se hace esperar, surgiendo en forma de truculento matricidio y dando paso a una futura ola de crímenes violentos en una universidad Bostoniana. Los asesinatos, perpetrados en su mayoría por una sierra mecánica, son creativos y sádicos por partes iguales para disfrute de los estómagos más sólidos. 

Si te gusta el parnasianismo por lo gore, te encantara la película...
La historia es simple y llena de clichés (con algunos momentos que no tienen ningún sentido pero que provocan carcajadas), pero gracias a las tablas del director los personajes son conducidos a un desenlace explosivo e inesperado.

Mil gritos tiene la noche (1982) fue rodada de forma muy teatral, haciendo homenaje a diversos subgéneros y épocas cinematográficas (aparte del gore explícito y del guiño a las artes marciales, la banda sonora es propia de los clásicos del cine mudo que eran guiados por "el gran explicador"). Es un film imprescindible para los amantes del terror bizarro con ciertos toques de ingenuidad, y para todos aquellos que amen los rodajes ajenos a las superproductoras.

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