martes, 26 de marzo de 2013

El espinazo del Diablo. Fantasmas en el periodo prefranquista.

Una de las cuestiones que trata de responder Guillermo del Toro en su film es el por qué de la existencia de los poltergeist, profundizando en sus motivaciones. Aprovechando el folclore y creencias españolas acerca de los fantasmas y otros entes, elaboró una historia de terror con tintes de tragedia griega.



La acción se sitúa en un humilde orfanato (con ideología de izquierdas) en plena Guerra Civil española. El ingreso forzado de un niño llamado Carlos será el detonante para que se ponga en marcha un mecanismo de intrigas, pasiones, y fenómenos ectoplásmicos. Este niño se verá envuelto en una historia escabrosa al descubrir la existencia de un fantasma que responde al  nombre de Santi, que según sus compañeros se trata de un alumno que desapareció en la noche que hubo un gran bombardeo. Poco a poco el fantasma de Santi le indicará a Carlos el por qué de su estado y qué es lo que necesita...

"Un golpe para decir sí y dos para decir no" se quedó anticuado...
Jacinto (Eduardo Noriega en uno de sus mejores papeles) es un antiguo alumno encargado del mantenimiento del orfanato, con un leitmotiv innoble que va acompañado de un oscuro secreto. Por otro lado están doña Carmen (quitémonos el sombrero ante Marisa Paredes) y el profesor Casares (Federico Lupi, actor fetiche de del Toro) cuya función es aportar amor, conocimiento, y valores a los desvalidos huérfanos. Como es lógico, los intereses de ambos maestros chocarán con los de Jacinto, dando lugar a una tensión latente, que al igual que la bomba que está incrustada en el patio, podría explotar de un momento a otro. 

El duelo entre la ciencia y lo paranormal también se dan cita en este ejercicio audiovisual, solo que esta vez el resultado es un empate rotundo. Queda patente que toda ciencia empezó como mera superchería, por lo que ambos conceptos se complementan y no pueden subsistir el uno sin el otro.

El profesor Casares le da una nueva dimensión a la destilería...
El suspense es el hilo conductor de esta historia que consigue mantener en vilo a los espectadores hasta el final.  La película constituye un ejercicio equilibrado y comprensible para todos los espectadores, que a pesar de sufrir sobresaltos de vez en cuando tendrán que reprimir las lágrimas. 

Todos los oficios cinematográficos cumplen con creces en esta producción que nos enseña uno de las facciones más amargas de nuestra guerra. La atmósfera del film (fuertemente edificada) nos adentra en una experiencia que no olvidaremos fácilmente.

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